Repensando el premio Virginia Bolten

Breve reflexión al respecto del periodismo con perspectiva de género

El jueves 6 de marzo de 2025 Erre Podcast recibió el premio Virginia Bolten al periodismo con perspectiva de género en la categoría Radio, Audiovisual y Fotoperiodismo. El premio lo otorga cada año el Concejo Deliberante de la ciudad de Santa Fe y se entrega en la sesión del mismo Concejo más cercana al 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer. 

Este concurso fue un proyecto de la concejala Laura Mondino que hasta esta, su octava edición, fue la que ofició también de organizadora. 

Fue la propia Mondino la que me llamó hace ya dos semanas para avisarme que habíamos sido seleccionados para este premio y me confesó algo que me pareció muy interesante. Habían encontrado consenso en el jurado respecto al valor de nuestro podcast como muy digno de recibir el premio pero se suscitó un debate respecto a si correspondía dárnoslo ya que el que había hecho la inscripción había sido yo, un hombre. Mondino me explicó que al final acordaron que era algo positivo que un hombre recibiera este premio dedicado al periodismo con perspectiva de género. Yo agradecí que me lo comentara, celebré que se hubiera dado el debate, y me alegré y estuve de acuerdo con la decisión que habían tomado.

De todos modos, al final en Erre Podcast definimos ser coherentes con lo que desde el principio fue el leitmotiv de Quiero ser científica: las protagonistas de la serie son las chicas y por eso Malena y Emilia (que fueron las que pudieron viajar. Oriana rendía y Agostina no pudo zafar del trabajo) fueron las encargadas de recibir el premio, decir unas palabras y enfrentar los flashes y micrófonos de la prensa.
Con esta decisión el debate del que hablaba Mondino más arriba quedó un poco abstracto pero me interesa retomarlo para explicitar algún principio que hemos trabajado internamente en Erre Podcast y que tiene, creo yo, valor para ser compartido. 

Un poco de historia

En 2018 en el Área de Comunicación de la Ciencia de Radio UNR habíamos decido dejar de lado los programas semanales y producir piezas sonoras breves y seriadas que pudieran formar parte de los programas diarios de la radio. (Increíblemente hace tan poco pero en ese entonces la palabra podcast no estaba en nuestro diccionario aún) 

Queríamos comunicar ciencia y teníamos algunas ideas fuerza; una de ellas era aquella definición aparentemente sonsa: “¿Qué es la ciencia?  La ciencia es eso que hacen los científicos” extraída de algún libro del que yo (mil disculpas) no tengo la cita precisa.

Así, si queríamos mostrar a la ciencia, nos pareció que sería un buen punto de partida mostrar qué hacen las personas que hacen la ciencia.

En ese entonces yo conocía a Milca Kil y conocí su pasión por la ciencia desbordante, propia del espíritu adolescente. Milca había participado en unas Olimpíadas Científicas y, con 16 años, no paraba de leer y hablar de ciencia. 

En un pacto win win acordamos con Milca que le abriríamos las puertas de los laboratorios de todo el CONICET Rosario para que entrara a conocer y preguntar lo que quisiera a cambio de que fuera con un micrófono para registrar la visita y poder transformarla en una pieza sonora (en un podcast, bah) Y así se hizo.
En la prueba piloto, grabada en el IDICER (Instituto de Inmunología) inmediatamente notamos que con su atrevimiento, su alegría y su solidez Milca iba a hacer un notable trabajo. Y así fue, visitó 10 laboratorios de doble pertenencia UNR / CONICET preguntando y comentando con una solvencia que ya querrían tener muchos cronistas profesionales. 

Llegado el momento de la postproducción (en la que también participó Milca, con sus locuciones y también a partir de un informe que escribía después de cada visita que luego eran la base para los guiones) llegó el momento de ponerle nombre a la serie y surgió casi naturalmente tomando palabras de la protagonista: “Quiero ser científica”. 

En ningún momento los que trabajamos en la producción de esa primer temporada, ni los que se incorporaron para la segunda tuvimos en la cabeza militar la causa feminista ni hacer del podcast un alegato en favor de las mujeres en la ciencia. Esa es la pura verdad. Ni siquiera el objetivo del podcast fue hacer militancia por el sostenimiento de la ciencia o la importancia del desarrollo científico. Nuestra tarea era, en ese momento, hacer comunicación de la ciencia y aquella nos pareció la mejor manera de lograrlo. Decirlo así parece propio del gris funcionariado: cumplir una tarea con espíritu inerte, pero es todo lo contrario. Para nosotros hacer Quiero ser científica significaba poner en juego nuestra pasión por el periodismo y la comunicación y hacerlo con un compromiso absoluto con la materia que nos convocaba: la ciencia. 

El podcast se llamó Quiero ser científica porque la adolescente que encontramos apasionada por la ciencia y que nos resolvió el problema de cómo mostrar “eso que hacen los científicos” fue Milca y ella quería ser científica. 

Luego, para la segunda temporada, el título ya había quedado grabado a fuego, y sólo buscamos chicas. Llegaron Emilia, Malena, Oriana y Agostina y multiplicaron todo (la curiosidad, la alegría, la solidez, la osadía) por cuatro y Quiero ser científica fue igual pero mucho más.

De vuelta al debate

Y esto me lleva de vuelta al debate que se plantearon Laura Mondino con el jurado del premio Virginia Bolten. Decía que celebré y estuve de acuerdo con que nos dieran el premio pese a que el “titular” del premio fuera un varón (la producción del podcast está integrada por tres varones, en realidad) y es que entiendo que hacer periodismo con perspectiva de género, en definitiva, deberá ser eso: hacer periodismo, y que el género del periodista o de quien sea que se entreviste no sea un dato relevante, no sea fuente de prejuicios, no sea una razón de discriminación. Que gane el periodismo de calidad, comprometido y atento a su tarea de comunicar lo que sea alcanzable de la verdad. 

Quiero ser científica apunta a esos altos ideales, y si de alguna manera lo logra es gracias a Milca, Oriana, Agostina, Emilia y Malena. 

por Juan Ignacio Isern

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